Febrero, 2007. El asentamiento y la estabilidad de los seres humanos en un territorio es la conquista sobre la naturaleza, pero el actual poblamiento de la Tierra e incluso la geografía de las civilizaciones y la propia conformación de los ecosistemas, no podrían entenderse sin acudir a los desplazamientos de grupos humanos, a los trasvases demográficos que desde el inicio de los tiempos del ser humano, bajo las formas variadas de nomadismo, peregrinaje, trashumancias, traslado forzosos, éxodos políticos y/o religiosos, colonizaciones, hambrunas... han conformado el mapamundi poblacional, a su vez en constante modificación.
Así y para no remontarnos demasiado, no podemos dejar de mencionar la emigración europea a ultramar de 1800 a 1940 que presenta las cifras más importantes entre todos los movimientos migratorios conocidos. El éxodo tuvo lugar desde todos los confines de Europa hacia las tierras disponibles del norte y sur del continente americano. Además de los efectos demográficos, las migraciones europeas intervinieron en toda la organización socioeconómica, abarcando desde la actividad agraria a fuertes concentraciones urbanas, desarrollándose con gran potencia un proletariado determinante en la creación y desarrollo de la riqueza y de la cultura, dejando una inolvidable huella de luchas.
Cuando la crisis económica y política sacudió Europa en el período de postguerra, la emigración fue una de las “salidas” de miles de ciudadanos que se fugaban de situaciones dramáticas, tanto en lo económico como en lo político. América Latina fue uno de los puertos donde mayoritariamente arribaron. Otra oleada se vivió en las décadas 50 y 60 en España, y debido al auge industrial en Alemania, Francia, Bélgica... acudieron masivamente a cubrir puestos de trabajo que se originaban y se multiplicaban por la actividad industrial; los empleos del último peldaño de la escalera laboral que eran desechados por el proletariado fordista de esos países, fueron cubiertos generalmente por emigrantes españoles. Sin la reserva de mano de obra mediterránea, la economía de la Europa desarrollada habría sufrido serios estrangulamientos.
A finales del siglo pasado, el replanteamiento económico que se deriva de la aplicación del modelo de globalización neoliberal que repercute dramáticamente en los países de la periferia, se ha invertido radicalmente el flujo migratorio que señalára (...)
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