La reaparición de la desaparición en Argentina

Septiembre, 2007 . El 18 de septiembre de 2006 Jorge Julio López, testigo y querellante en el juicio celebrado en la ciudad de la Plata contra Miguel Etchecolatz por los crímenes cometidos en la última dictadura argentina (1), tenía que presentarse en la sesión donde los abogados de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos iban a exponer su alegato final pidiendo la condena por genocidio. Pero Jorge Julio López no se personó, y tras constatarse la imposibilidad de determinar su paradero, los organismos de derechos humanos denunciaron inmediatamente su desaparición forzada, acusando como responsables materiales a integrantes ─retirados y en activo─ de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, implicados en el accionar represivo de la dictadura.

Un año ya de la desaparición de Jorge Julio López; meses en que se han reproducido amenazas a organismos, abogados, fiscales, jueces y testigos en los juicios contra los ejecutores del terrorismo de Estado, como en el que se está desarrollando en la actualidad contra el sacerdote Von Wernich (2); y cabe señalar en especial el secuestro de Luis Geréz, (diciembre de 2006) a quien soltaron a las 48 horas y sin que haya un solo detenido por ello ni por las torturas que se le infligieron.

Pero es ahora, en el momento en que costosamente se avanza en los juicios contra los genocidas, justamente por esto, que emerge el aciago mecanismo de la desaparición que reabre la caja de Pandora, y salta al corazón mismo de la sociedad el poder funesto del terror cuyo efecto es paralizar, acallar, mirar para otro lado, la repetición del “no te metás” y del “por algo será”, pero ahora con un grado más de perversión : el “por algo será” se ha extendido más allá de los militares y de la derecha que las propagaron. Y tan tremendamente es así que son ya tres las desapariciones de Jorge Julio López; la de 1976, la del 18 de septiembre del 2006 y la de la indiferencia y la difamación que se ha hecho. La víctima es la sospechosa. Vuelve de las sombras del espanto el engranaje de inducción de culpabilidad con que la dictadura aislaba y enfrentaba a los desaparecidos y a sus familiares con la sociedad toda.

Los hechos, el derecho y la justicia
Desde el 18 de septiembre de 2006 resurge la aparición de la desaparición, y desde el 18 de septiembre del 2006 se acosa con gravísimas intimidaciones a todos aquellos que activa y decididamente exigen la aparición con vida de Jorge Julio López.

Desde el 18 de septiembre del 2006, como otrora la cita semanal de los jueves en la Plaza de Mayo la ronda de los pañuelos blancos, cada 18 de mes se reclama por Jorge Julio López, y se repiten, con tanta perplejidad como dolor, las apremiantes actividades como en el pasado: habeas corpus, campañas internacionales como la realizada ante el Parlamento Europeo(3) que, a instancias de miles de firmas, asume tramitar ante el gobierno argentino el reclamo por la vida y la integridad del testigo secuestrado.

Es absolutamente incomprensible la dejación de responsabilidad del gobierno que, teniendo a su disposición leyes y convenciones, no haya abordado como un caso de desaparición forzada la situación de Jorge Julio López, existiendo indicios y presunciones suficientes para ello (intimidaciones y coacciones antes y durante el juicio a Etchecolatz, y las amenazas que el condenado por genocidio anuncia a los jueces del tribunal). Es inexplicable que no se hayan tomado medidas inmediatas y extraordinarias, minimizando el hecho a una simple ¡averiguación de paradero!

Existiendo un instrumento legal que obliga inequívocamente al gobierno argentino como es la Convención sobre la Desaparición Forzada de Personas, de la que es país signatario; existiendo el inmediato pasado dictatorial, y sobrando elementos tan significativos y elocuentes, el gobierno argentino -primer responsable de los ciudadanos- actuó como si de una “escapada” voluntaria se tratara, emitió promesas de recompensa monetaria, y dispuso reforzar la vigilancia de las fronteras(¿?); y ordenó que la policía bonaerense - la misma que mantiene en sus filas a 9.026 efectivos que actuaron durante la dictadura)(4) y que Jorge Julio López irrebatiblemente denunciara - sea la fuerza que lo busque.(¡!)

Un mecanismo que caracteriza a crímenes como la desaparición forzada de personas es la clandestinidad, la ocultación y el secretismo del mismo, y así es contemplado tanto en la normativa vigente como en el acerbo jurisprudencial, la dificultad de la aportación de pruebas del hecho, de la identidad de los autores, y por la gravedad de su naturaleza, son aceptados como suficientes los mínimos indicios y conjeturas.

Establece asimismo dicha Convención, que ni bien se reciba una denuncia sobre una posible desaparición forzada de personas, el gobierno correspondiente deberá en la mayor brevedad posible dar toda la información sobre el paradero de la persona.

Pero aún hay más, Los Estados Partes asegurarán a cualquiera persona que alegue que alguien ha sido sometido a desaparición forzada el derecho a denunciar los hechos ante las autoridades competentes, quienes examinarán rápida e imparcialmente la alegación y, en su caso, procederán sin demora a realizar una investigación exhaustiva e imparcial. Se tomarán medidas adecuadas, en su caso, para asegurar la protección del denunciante, los testigos y allegados de la persona desaparecida y los defensores, así como de los que participen en la investigación, contra todo maltrato o intimidación en razón de la denuncia presentada o de cualquier declaración efectuada. Pero hemos llegado al año de la desaparición de Jorge Julio López.

Es función del Estado argentino ser garante de la seguridad de las personas que se encuentren en su territorio como de la vigencia y respeto a los derechos humanos. Y para que los enunciados jurídicos se traduzcan en Justicia, el gobierno de Néstor Kirchner debe vivir, a nuestro parecer tal como lo hiciera en el caso de Luis Geréz, en un “virtual estado de movilización” hasta la localización y liberación de Jorge Julio López. Y tal como lo reconociera públicamente el presidente Kirchner, la existencia de grupos paramilitares y parapoliciales vinculados a las fuerzas regulares, sin embargo no anunció ni una sola medida para el desmantelamiento de las mismas y enjuiciamiento de sus integrantes.

Concluyendo
No habría que hacer excesivos ejercicios de memoria para encontrar caminos de lucha y de resistencia a la impunidad justamente en Argentina.

Jorge Julio López es un albañil de 77 años que resguardó en su memoria todos los crímenes de los que fue testigo en los campos de concentración donde estuvo en condición de detenido-desaparecido; Jorge Julio López, adosó en su corazón como en su oficio, los nombres de sus compañeros de cautiverio, para presentarlos uno por uno, levantando paredes contra la desmemoria y contra el olvido, lo que hoy le aplican las instituciones nacionales e internacionales.

Tanto por las movilizaciones en Argentina como en las declaraciones y testimonios en los juicios de Madrid, los desaparecidos nos han poblado ámbitos de pundonor; a la vuelta nomás de la conciencia están allí esperándonos como siempre han estado, desde las fotos al viento, desde los pañuelos blancos, desde las calles rebeldes, desde la coherencia y nunca de la representación ni del espectáculo.

Los desaparecidos no viven en monumentos ni en museos, ni como adornos en programas electorales. Aquellas comprometedoras y hermosas consignas unidoras de corazones de: Aparición con vida, contra el Olvido, contra el Silencio, por la Justicia, seguirán aventando dignidad contra cobardía, contra el acomodamiento, contra la indiferencia.

Los desaparecidos hoy se llaman Jorge Julio López.

Madrid, septiembre 18, 2007

Andrea Benites-Dumont; José Manuel Martin Medem ...


Notas :
(1) Miguel Osvaldo Etchecolatz; comisario general, jefe de investigaciones de la policía provincial, responsable dirección política del grupo de tareas de los campos de concentración Pozo de Quilmes, de la dirección de investigaciones de San Justo, de la brigada de investigaciones de La Plata, Jefatura de Policía
(2) Christian Von Wernich, confesor del ex Jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps, está siendo procesado por su participación en numerosos homicidios y múltiples casos de privaciones ilegales de la libertad y torturas, durante la última dictadura militar argentina, en diferentes Centros Clandestinos de Detención.
(3) Las actuaciones que se llevan a cabo frente al Parlamento Europeo, pueden ser respaldadas firmando electrónicamente
aqui
(4) informes de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi)