Es impensable no acudir, por Andrea Benites-Dumont

“Hay un acuerdo secreto entre las generaciones pasadas y la nuestra. Alguien nos está esperando en la tierra”. Walter Benjamin.

Las situaciones de desasosiego cotidiano que desde distintos ángulos nos embisten y nos invaden en esta sociedad de consumo que coloca elementos inimaginables de estar situados en góndolas de productos perecederos inmediatos. En uno de esos estantes, junto a mercancías y modas, los derechos humanos son mutantes en toda su forma y esencia según "quién los venda y quién los compre". Los grupos de poder han apostado fuertemente en que dejen de ser parte consustancial del tejido humano y de la conciencia universal para ser instrumentos de intercambios políticos que, llevan a su vez diversas graduaciones según de qué humanos se trate. Pero a pesar de la despolitización propagada, persisten los conflictos de clase con perspectivas opuestas y antagónicas que van más allá de la enunciación vana de declaraciones huecas.

En la escena en que los dramas sociales e históricos se desarrollan, entran en acción una serie de actores y factores que de modo tumultuoso y vertiginoso, desdibujan el nudo de la trama. Las misiones humanitarias, el desembarco de benefactores movilizados desde los gobiernos interesados en que en tal o cuál región exista un clima dominado, deja entrever una suerte de control colonial sobre los territorios bárbaros, inundados por ejércitos salvadores -ayer nomás, colonizadores de la misma zona-, huestes paradójicas de soldados humanitarios armados y garantes de valores de paz y de orden, con el sponsor publicitario de poderosas compañías aseguradoras.

La enunciación de derechos humanos se ha asimilado mucho más a la compasión que a la alteridad potenciadora de la solidaridad. Han sido y son también reclamos electorales, objetos y trofeos gubernamentales con la cooptación y anulación de organizaciones surgidas de la defensa extrema de las víctimas, metamorfoseadas en un presente de exclusivo simbolismo re-utilizable, o, en el reino de la hipocresía donde las mentiras determinan qué países democráticos son siempre respetuosos de derechos humanos, aún cuando apliquen la pena de muerte, invadan países, legalicen la tortura, practiquen el apartheid, el racismo, la xenofobia... Leer más en CODO a CODO

Podríamos ser Teseo; por Andrea Benites-Dumont

Anudados, atrapados cual ovillo de Ariadna, maniatados en un lenguaje que impide descifrar el puente de ideas, de conceptos, esos espacios que la mente pergeña para encontrar los signos identitarios, los encuentros integradores e igualadores sin atinar con el hilo que nos salve del laberinto envenenado donde todas las salidas son falsas y los atajos son engañosos cebos que conducen a las fauces del Minotauro, irremediablemente.

El sentimiento que atraviesa los últimos tiempos, parecería el de ser hacedores de la nada.

Se multiplican y afianzan las trampas que destruyen los valores y en esta red tóxica pervertidora no nos deja ejercer otros oficios, y la temperatura descontrolada por el cambio climático determina un cambio “humánico” en casi todos los aspectos de la vida: nos deshidratamos de pensamientos y solidaridades y no se encuentra cobijo alguno de los fríos extremos y hasta el más elemental lazo gregario se deshace.

Las entrañas del sistema han quedado en exposición obscena: nunca fue tan claro el control de los financieros sobre los gobernantes, llamados, felicitaciones por el trabajo sucio de sustraerle a los más pobres, y teatralizar una opereta para inducir al convencimiento que no hay otro camino que dejar a los ricos en paz.

El escenario en que estas secuencias se desarrollan, el temor, la inseguridad, la desconfianza, el individualismo, el egoísmo, la banalización, el consumismo, son los regidores obligados al conjunto social; los trabajadores ven a otros trabajadores como enemigos y a los desempleados como los espectros de su posible futuro inmediato.

Una reforma laboral canalla tendrá una huelga general “diferida”..... Leer más en CODO A CODO

Cuando los otros nos convierten en nosotros; por Andrea Benites-Dumont

Aquí nos encuentran nuevamente con las gargantas rotas pero con el grito intacto. Y la desolación y el desgarro necesitan explayarse en consignas y en reclamos roncos y broncos; por un lado, un nuevo aniversario del garrotazo feroz en Argentina, y por otro, por la iniquidad de seguir arrebatándole a las víctimas de la dictadura franquista, su derecho a la justicia.

Un nuevo 24 de marzo en que se reactiva por medio de una suerte de evocación catártica colectiva, el desgarrador hecho que el golpe de estado de 1976 significó cuál hachazo en el ser colectivo. Y un atónito mes de marzo del año 2010 en que no dejan salir de las cunetas a los asesinados por Franco y sus gobiernos.

Sin embargo, abriéndose paso entre los años, a través de los silencios impuestos y decretados, a pesar de la indiferencia y el rechazo… a pesar de los pesares, el pasado es parte inexorable de la creación de identidad colectiva; la producción de memoria y los recuerdos son elementos constitutivos de los andares del presente, y en una suerte de puente de búsqueda de referencias y de apuestas se entreteje un sino de orientación y de pertenencia, y se activan y se fundan ceremonias y rituales para acudir al encuentro contestando así ............ Leer más en Codo a Codo

Es injusto conformarse

Después de casi 30 años, se realiza finalmente y como consecuencia de la lucha de los empecinados, un juicio a algunos responsables que operaron en la Escuela de Mecánica de la Armada de Argentina (ESMA). Tan sólo 19 imputados de los que sólo concurren 17, aunque hayan sido denunciados inicialmente 133 (1), algunos de ellos se murieron en estado de total impunidad, otros están fugados, y algunos suicidados. Estos 19 serán juzgados por 85 casos de violaciones a los derechos humanos, 85 casos extraídos de las casi 5000 personas (2) que fueron detenidas desaparecidas en la ESMA desde 1976 a 1983.
Un juicio donde se acumulan testimonios y denuncias, un juicio sustentado en la voz valiente de los sobrevivientes.

Allí están 17 imputados, sentados, manteniendo la impostura como si no tuvieran nada que ver con todo aquello.
Han intentado con todo tipo de tretas y recursos, evitar un procedimiento jurídico de por sí limitado, ya que es una causa parcializada con pocos represores imputados por crímenes de lesa humanidad.
Cada uno es una historia despreciable, hieden a muerte.

Con los casi 30 años transcurridos se ha naturalizado la aceptación social y política del posibilismo, deparando por una parte y en cierta medida, la continuidad de la impunidad, y por otra el conformismo que con algunos casos paradigmáticos se cumplirían los “objetivos en materia de derechos humanos”.
Un causa más parcializada y segmentada como así lo determina la dinámica de los enjuiciamientos que se llevan a cabo en Argentina demorados 30 años.
Este fraccionamiento de las causas desvanece el plan sistemático de exterminio, por lo que esta suerte de despiece es funcional al genocidio desatado por las fuerzas y cuerpos de seguridad de un Estado terrorista.

El empecinamiento no es un capricho y es algo más que un compromiso.
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